miércoles, 7 de octubre de 2009

Balance del mes de septiembre

Fue un viernes cuando te pregunté. Si no me equivoco fue hace casi dos semanas. Era muy tarde, habíamos terminado de cenar hace tiempo. Te llamé y no contestaste. Me levanté de la cama y fui a la cocina donde supuse que todavía estarías. Sentado de espaldas al televisor y con el ceño fruncido, deslizabas tu mano izquierda con preciso cuidado sobre las hojas casi amarillas del libro diario; supongo que las precauciones consistían en evitar que tu mano corriera la tinta azul, todavía fresca. Con un gesto poco cortés me diste a entender que te estaba interrumpiendo, que ya era demasiado el humor que te generaba tener que terminar en tu casa el trabajo que no pudiste terminar durante la semana. Y yo con esos interrogantes de siempre. Pero no podía evitar la pregunta; el jueves habíamos hablado casi sin hablar y, a pesar de la oscuridad que genera hablar sin hablar, tu decisión había sido lo suficientemente clara, al menos hiciste lo que pudiste para que yo así lo entendiera. Pero, ¿cómo hacés para poder vivir así, con tanta porquería sin responder, tanta oscuridad, tantos asuntos inconclusos?
Esta vez me importó muy poco que me echaras de la cocina sin decírmelo con las palabras y te pregunté, así no más, sin frases que adornaran la situación, sin gestos que anticiparan la pregunta y mirándote directo a la cara: ¿Alguna vez te equivocaste al tomar una decisión? No me mirabas, fingías seguir concentrado en tu tarea inconclusa de oficina que es lo mismo que decir con tu tarea de continuidades perfectas, rutinas tranquilizadoras sin errores pero sin milagros. Mientras tu mano izquierda delineaba con su cursiva perfecta "documentos a pagar" en el haber, me respondiste No, un No seco y terminante, de esos que siempre comunicás pero nunca decís. Me acerqué a la mesa y tratando de disimular el temblor de mi voz te pregunté cómo estabas tan seguro que esta vez no te equivocarías, te dije que a veces pienso que sí lo estás haciendo, que no sé por qué, precisamente porque no me lo decís…
En fin, el balance del mes de septiembre te dio mal o, al menos eso me pareció porque de repente, con el carácter casi amable que tenés, te hundiste en un llanto triste pero dulce y tapándote la cara con las manos me pediste que te dejara solo.

3 comentarios:

Chyna dijo...

La pregunta lo desconcertó, lo llevó al borde del agujero... se quebró ahí nomás....

Me encantó amiga!

"rutinas tranquilizadoras sin errores pero sin milagros"

siempre tenés las palabras justas para romperme el bocho.

Te quiere, tu rebuscada amiga.

Nice dijo...

hermoso carito, es hermosa la vida que tienen tus palabras

JUAN PABLO dijo...

muy bueno , un espejo. Te recomiendo a galeano ´´espejos´´. calculo que ya lo leiste.