viernes, 9 de octubre de 2009

Te odio Oscuridad

Es de noche, está oscuro. Somos muchos, estamos parados en una vereda muy angosta, apenas entramos todos; nos agarramos de la mano, nos apretamos muy fuerte. Cierro los ojos. Llega un auto, viene a toda velocidad. Alguien aprieta de golpe los frenos y el auto se detiene. Baja un tipo. Está completamente desorbitado, fuera de sí, no entiende, no puede soportar el resultado de la sentencia, se pone loco, empieza a gritar y a llorar, no tolera un dolor tan inmenso. Otros dos bajan del mismo auto, tratan de controlarlo, cada uno lo toma de un brazo, pero el tipo los putea, los sacude y logra soltarse. Saca un arma. Nos mira con los ojos empañados de lágrimas, y entre el llanto y una risa enferma, nos apunta. Grita algunas cosas que no recuerdo y, sin bajar el arma, camina hacia la esquina hasta desaparecer. Se escucha un disparo. Otro más y otro… Ahora son cinco las balas… ahora quince… Nosotros no vemos nada. Todo sucede a la vuelta de la esquina. Creo que corremos, no sé.
Ahora estoy en otro lado. También está oscuro, pero a diferencia de la oscuridad anterior, ésta es artificial porque estamos encerrados y las luces están apagadas. La gente se pone loca al igual que el tipo anterior; muchos empiezan a disparar con sus armas. Estoy tirada en el piso y, a pesar de la oscuridad, veo… Veo cómo la gente se muere por los disparos, caen y mueren como si no valieran absolutamente nada. Tengo miedo, no sé como voy a salir de ésta. Trato de no moverme. Espero que termine. Tiene que terminar.
Salgo, no sé cómo, pero llego a una heladería. Dos viejas que parecen ser las dueñas del negocio están sentadas en una mesa redonda y pequeña, una frente a la otra. Hablan con un viejo arrugado que está parado próximo a la mesa. Chusmean acerca de lo que acaba de suceder, “qué idiotas” pienso. Me desborda la bronca pero me contengo porque tengo que pedirles que me dejen pasar al baño y llamar a mi vieja para avisarle que estoy bien. Entro al baño, saco el celular que casi resbala de mis manos y trato de llamarla pero no puedo, no sé por qué.
Ahora estoy en una casa muy vieja, desordenada y con olor a humedad. Estoy acostada en una cama y aparece una compañera de la facultad y me dice ¿boluda, qué hacés acá? No le contesto, en realidad no sé que hago acá. Me meo en la cama.
Me despierto, estoy transpirada, tengo mucho calor, agarro el celular y miro la hora, son las 03:24 de la mañana. Me estoy re meando. Pero tengo miedo. Mucho miedo. No quiero abrir los ojos y ver que mi habitación está oscura. No puedo ir al baño. No puedo enfrentar la oscuridad.
Es estúpido, sin embargo, no puedo evitar pensarlo, a veces tengo miedo de levantarme a la noche, en medio de la oscuridad y que aparezca una mano de la nada (o de la oscuridad), me agarre del tobillo y me pida que, por favor, le salve la vida.

3 comentarios:

Nice dijo...

"trato de llamarla pero no puedo, no sé por qué"
tantas veces me pasa en los sueños: el teléfono no tiene tono, o los numeros no se marcan, o abro la boca pero no hay sonido.. o en realidad no sé porqué, pero no puedo.
¿serán las distancias, la incomunicación, la imposibilidad de expresar inexpresables?
siempre que sueñes con imposibles, yo te acompaño,
te quiero morrón

Carolina dijo...

Me acompañás como lo hiciste la otra vez, con el inexpresable sueño de la nieve.
Te adoro LauriSOl! Mi compañera de nieves y Oscuridades! Mi traductora!

Bizomáticas dijo...

yo leo, la noche.
Besotes!