miércoles, 26 de agosto de 2009

Fluir de conciencia

a F.

Y te quedás callada, decís que no podés hablar, que no estás bien. Entonces emerge de mí la parte más fuerte, segura, y me vuelvo enfermizamente poético, escritor, creador de bellezas, haciendo metamorfosis de las eternas miserias de tu ser y del mío. Guardo mi suave hostilidad, mi demoníaca inseguridad, porque así querías que fuera, así me lo pediste. Me desespero porque los minutos pasan y vos seguís callada, no me mirás, no podés verme vaya uno a saber por qué, en cambio yo sí te veo, veo y siento como tu mirada se pierde desnuda en el vacío. No sé cuánto más pueda durar mi forzosa amabilidad. Hay momentos en los que sólo quiero hacerte daño, medir tu paciencia, destruir tu fuerza.
Me siento expuesto en cuerpo y alma, expongo mis palabras, las que hablan de la verdad y acarician la mentira. No me pedís que hable, cómo vas a hacerlo si estás tan callada. Pero es el silencio tu astucia, tu instrumento de poder. En mis intentos de aniquilarlo empiezo a hablar, a inmiscuirme en tu deseo porque hablo de vos y por vos, aunque no de mí. Me siento fuerte más allá de mi irrefrenable exposición; sé que empiezo a hacerte falta.
Sin embargo, ahí estás, a mi lado, refugiándote de tus dramatismos absurdos y ridículos en mi cama, ahí estás, dibujando figuras sobre las sábanas con tus piernas. De repente me mirás con elegancia y el vacío de tus ojos se llena con mi imagen. Pero este juego lo conocemos muy bien, conocemos con delicadeza cada una de las escalas de este viaje. Te acercarás con un gesto amable y rodearás con tus brazos mi cuello. Voy a sentir tu aliento jugar cerca de mi boca, tus manos acariciando mi piel, me vas a mirar a los ojos, pero para ese entonces yo ya entendí, sé qué pretendés. Voy a poner en práctica el delicado arte que me asegura encontrarte enteramente para mí. Y ahí, por fin, romperás el silencio, gritando mi nombre, con una mezcla inextricable de dulzura y de placer.

martes, 25 de agosto de 2009

Panorama de un cuarto, sus afueras y mis adentros

Sobre el escritorio, dos mandarinas y una boleta de mercado a pagar en cuotas.
Sobre el suelo de madera vieja, un par nuevo de zapatos taco aguja.
En mi mano derecha, una cicatriz con ciento noventa y cuatro puntos.
En mis ojos, el libro que leo todas las noches de insomnio.
En mi cuerpo, la fiebre que provoca una injusticia sin leyes, ni incisos, ni remedio.
Sobre la cama, una promesa naranja.
Debajo de la cama, el acta de defunción del amor.
Detrás del sofá, un deseo intentando concretar el suicidio.
En su retrato, mi acta de nacimiento.
En la pared, colgado de un piolín de pocas hebras, un cartel: “Prohibido estacionar” aquí.
En la almohada, el miedo a que, en sus búsquedas, me encuentre buscándolo.
En la biblioteca, una botella de vino tinto, una copa y un manojo de hojas en blanco.
En el jardín, el viento que anuncia la llegada de la lluvia de diciembre.

Tal vez, más allá de los rastros que dejás en mi cuarto, en sus afueras y en mis adentros, ahí estés, dentro de mi placard, completamente nuevo, miedosamente fuerte y seguro y desquiciadamente hermoso.

sábado, 22 de agosto de 2009

Roperos y sobretodos

Entró apurado al cuarto. Prendió la luz. Tenía el ceño fruncido. Estaba agitado. Se detuvo repentinamente y, moviendo de un lado a otro la corbata de rombos grises y negros, echó una mirada al cuarto. Con torpeza se dirigió al ropero. Lo abrió con un gesto brusco y un telón de olor a humedad le envolvió la cara. Se echó hacia atrás moviendo los brazos de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba ahuyentando aquel telón. Tomó las camisas y las arrojó al suelo. Luego, las corbatas, los pantalones pinzados, hasta las cajas con fotos y papeles viejos. El ropero quedó vacío y él, completamente inmóvil. Se dejó caer al suelo. Levantó la mirada y gritó; mi sobretodo negro! ¿Dónde está? ¿Dónde estás?! No puedo salir sin él… es miserable! Este mundo es miserable! Se tapó la cara con las manos y lloró. Lloró en un cuarto silencioso lleno de camisas viejas y algunas corbatas nuevas pero sin sobretodo.

jueves, 20 de agosto de 2009

"Hay hombres que luchan un día y son buenos.
Hay otros que luchan un año y son mejores.
Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos.
Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles."

Bertolt Brecht

GOLPEADOS PERO NO VENCIDOS
30/12/04

viernes, 14 de agosto de 2009


Antes de mediodía

Es terrible
el leve ruido del huevo duro al ser cascado contra el estaño
de un mostrador
es terrible ese ruido
cuando resuena en la memoria de un hombre que pasa hambre
es terrible también la cabeza del hombre
la cabeza del hombre que pasa hambre
cuando a las seis de la mañana ve
en el cristal de una gran tienda
una cabeza del color del polvo
sin embargo no es su cabeza lo que ve
en la vidriera de Potin
su cabeza de hombre le importa un bledo
ni se acuerda de ella
sueña
imagina otra cabeza
por ejemplo una cabeza de ternera
con salsa vinagreta
o una cabeza de lo que sea con tal que sea comestible
y mueve suavemente las mandíbulas
suavemente
y hace rechinar los dientes suavemente
pues el mundo ni lo tiene en cuenta
y él nada puede contra ese mundo
y cuenta con los dedos uno dos tres
es decir tres días sin comer
y por más que se repita desde hace tres días
Esto no puede durar
esto dura
tres días
tres noches
sin comer
y detrás de esos vidrios
esos embutidos esas botellas esas conservas
pescados protegidos por latas
latas protegidas por vidrios
vidrios protegidos por esbirros
esbirros protegidos por el miedo
cuántas barreras por unas sardinas de mala muerte…
Algo más allá el cafetín
café-crema y bollos calientes
el hombre titubea
y en su cabeza
una niebla de palabras
sardinas para comer
huevo duro café-crema
café con gotas de ron
café-crema
café-crema
¡café-crimen con gotas de sangre!...
Un hombre muy estimado en su barrio
ha sido degollado en pleno día
el asesino el vagabundo le robó
dos francos
es decir un café con gotas de ron
cero franco setenta
dos rebanadas de pan con manteca
y veinticinco céntimos de propina para el mozo.

Jacques Prévert