Intento esbozar la palabra pero no puedo. Juro que no puedo. Entonces me invaden ruidosas las hojas blancas. Ruidosas porque me molestan, me fastidian, me vacían. Blancas porque intuyo que no hay nada que escribir o, tal vez, simplemente no quede nada por escribir. Pero vacilo porque siento que aún queda algo con que manchar las hojas de tinta. Pero para ese entonces ya no quiero pintar las paredes con tus palabras livianas, no se trata de que no puedo. Juro que no quiero. Por lo menos, no esta vez. Por lo menos, no otra vez.
martes, 15 de septiembre de 2009
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2 comentarios:
Uno no siempre puede lo que quiere, pero si lo que te puede y no queres es lo que te inspira para regalarnos tus hojas llenas de tinta, bienvenido sea.
Te quiero!
Bienvenido sea el paso del nopuedo al noquiero, eso ya es todo un motivo para escribir y celebrar con las palabras, te kiero morrón :)
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