La luz apenas no existe en las noches de insomnio y el segundero de aquel reloj le declara orgulloso "triunfo" al silencio. Sobre la mesa, una copa vacía. Podría beber agua y satisfacer mi necesidad. Tal vez, también, podría beber del mejor vino tinto y satisfacerme aún más. Mejor la copa vacía, en el empinoso vértice de la mesa, siempre vacía, siempre anhelando la caída. Hay veces que hasta el mejor vino tinto sabe amargo.
lunes, 9 de marzo de 2009
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